viernes, 18 de febrero de 2011

Nuestro ámbito profesional y su estado de ánimo



La revista profesional que sobre el sector turístico edita el Grupo Transhotel consideró la publicación de mi artículo con este título, resumen de la conferencia ofrecida en el XII Congreso AESMAS, y que fue presentada en la pasada edición de FITUR 2011.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

El ágora y la creatividad, ¿culturas fracasadas?

Poco más de un año después del estreno y su lánguido paso por la cartelera, he visionado en DVD la magnífica película de Alejandro Amenábar, ÁGORA. Término con el que durante la época greco-romana se denominaba al entorno público (la plaza, las calles...) de las ciudades, el ágora, también como una manera de ubicar lo que estaba fuera o extramuros del recinto dedicado a la investigación, la filosofía, la política, etc.

La película, magistralmente relatada y ambientada en la Alejandría de fines del siglo IV d.C., aborda ese espacio de transición de un tiempo de creatividad y afán de saburía (herencia griego-romana) a otro más oscuro dominado por el dogma de la fe cristiana que perduraría más mil años, esto es, hasta el Renacimiento. La película aborda con gran maestría narrativa la muerte de la curiosidad humana en favor de la fe como respuesta a todo cuanto es (o era) imposible dilucidar. Y la destrucción de su biblioteca y el empeño por salvar alguno de sus libros es una metáfora de ese empeño que ha existido siempre y en cada momento de la Historia de la humanidad por dar una respuesta inadecuada a lo que no acaba de comprender del todo, o para lo que no tiene respuestas o soluciones concretas. Cada vez que la humanidad se ha estancado o ha tenido problemas de convivencia así ha sucedido (demasiadas veces) y seguirá sucediendo.

El admirado profesor José Antonio Marina acaba de publicar un nuevo libro ejemplar: Las culturas fracasadas. El talento y la estupidez de las sociedades. Aún no lo he terminado. Es una fábula protonizada por hormigas... Un adelanto muy revelador:

Los hormigueros son sociedades perfectas, porque cada miembro se sacrifica por la perpetuación del bien común. Pero un día las hormigas se volvieron inteli­gentes y libres, y esto desbarató su convivencia. «Repeti­mos alegremente –dice el autor– que nuestra identidad depende de nuestra pertenencia a un pueblo, una reli­gión, una cultura. ¿Qué ocurre si esa cultura se encana­lla?¿Qué sucede si esa sociedad se vuelve estúpida? La cultura resuelve los problemas básicos de la convivencia, uno de los cuales es la relación del individuo con la colec­tividad. Se han dado múltiples soluciones, que van desde pasar al individuo por la trituradora ideológica y conver­tirlo en masa hasta inocularle el virus tribal o la hiperin­dividualización narcisista. ¿Cómo liberarse de la presión social sin caer en el autismo ético? Debemos evaluar las culturas, someter a las sociedades a un “test de inteligen­cia”. La capacidad creadora de nuestra inteligencia nos mantiene en permanente riesgo, y sólo una poderosa creatividad compartida puede ponernos a salvo.»

La creatividad. Como en la película de Amenábar, tengo la impresión reflexionada de estar viviendo una época (la actual) de transición hacia un nuevo período en el que la creatividad se sustituye por capacidad tecnológica o por los dogmas de nuestro tiempo (política, economía...) esto es, donde el factor humano está muy determinado, no por su capacidad de regenerarse, crear y descubrir (por ese nosotros sin que nos ayuden las máquinas), sino por el mundo de las sociedades y las personas dirigidas por otros, en las que el conocimiento no es adquirido, sino entregado. Una característica muy perculiar de EEUU como modelo de sociedad super avanzada y tremendamente dirigida e idealizada; de la que cuesta eludirse, por otro lado.

Apuesto por aquella definición de creatividad que podemos reconocer en aquellas personas y sociedades con capacidad de mejorar desde lo más mínimo a las empresas más ambiciosas. ¿Por qué nos mienten mitificando como creativa solo aquellas personas que componen piezas musicales, poemas, pintan paisajes al óleo, o juegan de mediocentro en cualquier equipo de fútbol? Hace muchos años, cuando trabajaba en Viajes Challenger, comenzó sus prácticas de Turismo un compañero que hoy dirige con éxito una agencia en Málaga, y lo primero que advertí es que tenía una enorme capacidad para mejorar los procesos de la oficina, y entre ellos, la ordenación coherente de los miles de catálogos; sin que nadie se lo pidiera. Y lo más importante, compartía el porqué de su tarea "tan creativa" con afán de superación. Una cultura que jamás será un fracaso y cuyo mayor exponente es la capacidad de querer mejorar. Que no es poco.

Si hubiera algún lector, mi agradecimiento por su tiempo.
VALE. David Cáceres

viernes, 19 de noviembre de 2010

Poesía entre amigos...

La lectura en la sala Art-Gallery de Málaga a la que fui invitado por el Centro Cultural de la Generación del 27, gentileza de su actual directora, la poeta Aurora Luque; y del editor y amigo Paco Cumpián, me facilitó un encuentro con viejos amigos de literatura, como un camino de vuelta. Llevaba cuatro años sin participar en una lectura pública, pese a las reiteradas invitaciones del CCG27 (gracias, José Antonio Mesa Toré) y que distintas circunstancias personales fueron aplazando. En la fotografía con los poetas Virginia Aguilar, Camilo de Ory, Julio César Jiménez, y, el cordobés Antonio José Royuela. Poesía entre amigos.

Que pudiéramos recordar con Julio César aquellos primeros años noventa de agetreada vida literaria: lecturas, actividades culturales, viajes, congresos de literatura, universidad, visitas a los poetas granadinos Rafael Alcalá, Fernando de Villena... nuestras colecciones de poesía editadas con el favor del gran Paco Campos de El Pimpi... Hebe ediciones: una veintena de cuadernos (Poesía en El Pimpi) , una decena de libros breves (colección Dressel de Poesía), y, la colección HEBE Poesía... y nuestra propia producción poética, mientra acumulábamos una década de vida, evolución, y sobre todo, amistad. Hoy, Julio César Jiménez, no solo es un poeta con reconocimiento fuera de la ciudad, sino que se ha convertido en lo que siempre fue, un magnífico gestor cultural con la mayor capacidad de coordinación de personas y proyectos culturales que conozco. La lectura en la sala Art-Gallery nos permitió recuperar un buen puñado de años, y averiguar que aquel tiempo sigue estando vivo.
Julio es hoy la persona que mejor conoce mi poesía, y con oportunidad de esta lectura leyó el texto siguiente sobre mi nuevo libro de poemas (aún sin editar y con categoría de primer lector):
"...Formalmente, de la poesía de Delfín yo destacaría una serie de caracteres que bien la pudieran hacer genuina frente al resto de voces del panorama actual, o lo que es lo mismo, una voz buscada y encontrada a su manera, sin adherirse a una u otra tendencia o estética.
"La forma de su obra es generalmente, y desde que la conozco (…), sin pausa versal, visualmente como prosa (=PG Casado), pero con un ritmo interno que no necesita de aquella (la pausa versal). Sí es destacable que es su gusto el de alargar los grupos fónicos a través de amplios sintagmas que dan cuenta de un tono lento y solemne.
"Por otro lado predomina la estructura sintáctica nominal sobre la verbal, cosa que afecta tanto a la entonación que por lo general es horizontal y con suspensión (salvo algunos grupos fónicos ascendentes), como al registro idiomático, que apunta a una prosa elegante. En ese sentido hay que destacar el uso de sintagmas enunciativos, con una ausencia generalizada de rima.
"Pero sin duda el elemento descriptivo de su obra, no solamente de su último libro, es una invitación a la reflexión, y a conciencia deja el poema incompleto para que el lector pueda “rellenarlo” a través de una no liviana abstracción e interpretación. Hay en esta obra una realidad alternativa a la que nos circunda, o al menos trascendida, y eso lo explica el dislocamiento del dominante a través de toda clase de tropos semánticos, sobre todo metáforas y metonimias.

"El uso del plural de cortesía para la atenuación del enunciado, es decir, la sustitución del ego por el non ego, el yo por el nosotros, no debe engañarnos pues la función no es precisamente la de difuminar la responsabilidad de la carga subjetiva, sino la búsqueda de una especie de fuente impersonal incuestionable de modo más rotundo. Así vemos que la revuelta semántica, la antítesis, la respuesta del autor al registro poético de la realidad es desfocalizada adrede como manera de señalar una expresividad extra que roce lo sublime, lo rotundo. Yo me atrevería a decir que, después de haber leído casi toda su obra desde hace ya años, se trata de una buscada estrategia de efecto inverso a la convencional dentro de las que mitigan de la responsabilidad subjetiva del enunciado.

"Señalar asimismo el uso de una metáfora muy intelectual si bien en este último título involucra elementos más sensibles. No obstante el término ideal y el real pertenecen al territorio semántico del pensamiento abstracto. A mi humilde juicio, uno de los mejores poemas donde da cuenta de estas características semánticas, fonéticas y estructurales es LOS INDICATIVOS NO SE BORRAN. Es el libro 7988, insisto, desde el punto de vista del nivel léxico-semántico, una dislocación general de su discurso (el de David Delfín) a pesar de su impecable estructura sintáctica (orden lógico alejado de cualquier anacoluto), o en otras palabras, y con esto ya termino: un desajuste estratégico del texto como suma de sus partes heterogéneas que en principio parecen restarle unidad a cada uno de los poemas pero cuyo efecto general al finalizar la lectura del libro entero, causa el efecto contrario.

"Estamos ante un autor maduro (ya no tan joven) que ha sabido seguir por su propio sendero con pie firme al margen de las tentaciones estéticas más efectistas o al menos quizá más efectivas a nivel editorial.

"Francamente creo que David Delfín es un poeta entero, con una importante coherencia literaria q
ue factura un producto serio cuya lectura justifica una amplia perspectiva o camino recorrido y no el mero fogonazo fulgurante. Es un placer para mi poder haberle dirigido estas palabras esta noche y por supuesto tenerle aquí leyendo su obra después de tanto tiempo".
Si hubiera algún lector, mi agradecimiento por su tiempo.
VALE. David Delfín.

martes, 16 de noviembre de 2010

Ciclo de Poesía INTERZONA, invitado por el Centro Cultural de la Generación del 27.

Algunos años después de mi última lectura, mañana miércoles 17, regreso a la poesía. El Centro Cultural de la Generación del 27 de Málaga, me invitó a esta lectura dentro de su ciclo INTERZONA POESÍA, a las 21.30 horas en la sala ART-GALLERY de la ciudad. Y con tal oportunidad han editado un pliego de poemas realizado en tipografía clásica por el editor Paco Cumpián. Principalmente leeré poemas de mi nuevo libro (aún sin editar) con el temor -siempre el temor, de una buena acogida de estos versos.

Un adelanto seleccionado por Cumpián:

LOS RIESGOS DE HACER CÁLCULOS CON PALABRAS

"La mirada sostenida. El desahuciado que sucumbe a los destellos que todavúa flotan, la extraña sabiduría con la que todo se aproxima a la lentitud de quien descubre, o cree descubrir".

Si hubiera algún lector interesado, mi agradecimiento por su tiempo.
VALE. David Delfín

sábado, 30 de octubre de 2010

El ámbito profesional y su estado de ánimo (y IV)

La importancia del directivo o del mando intermedio en la tarea de promover una adecuada emocionalidad en las organizaciones, ya sean éstas de gran tamaño o pequeñas, multinacional o empresa familiar, es muy grande. No porque sea una responsabilidad exclusiva de éste (es compartida con todos los trabajadores); sino porque, a menudo, de él depende la puesta en marcha de la mayoría de aspectos a los que me he referido: espíritu de colaboración, pensamiento positivo, actitud constructiva, asunción de responsabilidades, compartir tareas y planes de futuro, y, como diría Luis Huete (en el momento del reconocimiento y los éxitos profesionales) es aquél que da un paso hacia atrás y deja el protagonismo a los miembros de su equipo.

Sin duda, las dificultades del momento actual (entorno híper-dinámico, crisis económica...) están redefiniendo las claves sobre las que este directivo o mando intermedio tiene que realizar su tarea, tanto desde el punto de vista de la gestión empresarial-profesional (mayor planificación frente a una merma de recursos humanos, económicos; mayor orientación a los resultados); como desde el punto de vista de transmitir ilusión y motivación a sus equipos y compañeros, ejerciendo un papel de coach (entrenador, acompañante) capaz de obtener lo mejor de cada uno de ellos. Daniel Goleman lo define como aquél que provoca que la energía positiva circule, protector de un estado de ánimo impulsor de la reflexión, las estrategias, la coordinación, los valores, la buena comunicación, el desarrollo personal y colectivo, y obviamente, los resultados. Según propio Goleman, el 30% de los resultados de un equipo está condicionado por su ambiente o clima organizativo; ¡el 30%! Luego hay otra forma de hacer las cosas, de lograr un liderazgo compartido.

Ahora que se vislumbra una nueva época, considero que las organizaciones y las personas que lo integran tienen numerosos retos por delante, y entre ellos, la de una mejor conexión entre la tecnología (que, contrariamente, aísla), y, las personas (sus emociones) y el colectivo que surge de la suma de individuos; como fórmula para lograr entornos más satisfechos, ilusionantes, y creativos, entre otros, promotores e impulsores de nuestra actividad profesional en este entorno de mayor complejidad, en el que un mayor rendimiento estará muy determinado por la calidad emocional que se respire.

La tarea no es fácil, ni existen recetas comunes, ya que cada organización requeriría de análisis concretos y actuaciones diferentes, pero dada la importancia de los efectos positivos y negativos que los estados de ánimo pueden provocar en los resultados de una organización, asumir que la tarea de la emocionalidad es un recurso más del que disponen las empresas para todas sus metas y objetivos, supone tener mucho ganado. Quizá el futuro.

Recomiendo este video introductorio del nuevo libro de R. Sharma, célebre autor de El monje que vendió su ferrari. El líder que no tenía cargo.

That is it!

Si hubiera algún lector, mi agradecimiento por su tiempo.
VALE. David Cáceres

miércoles, 27 de octubre de 2010

El ámbito profesional y su estado de ánimo (III)

Salud emocional, trabajo y familia. Lamentablemente he de admitir que a menudo son numerosos los distintos periodos del año en los que dedico más tiempo a mi trabajo que a mi propia familia. Y no me siento orgulloso de ello, sino responsable. Una situación que, sin duda, me permite reconocer la importancia de una buena salud emocional en mi oficina (también mis clientes y proveedores) como un factor clave también para mi propia salud emocional, la misma que luego debo proyectar a mi familia. Es sabido que el estrés laboral está muy relacionacionado con el estrés emocional, y que en consecuencia, a mayor madurez emocional, menores índices de estrés.

Sin embargo, la actual crisis económica, de valores, crisis social..., que se prolonga desde hace casi tres años está generando un tiempo de cambios muy profundos y rápidos que está influyendo decididamente tanto en las personas como en las organzaciones. Todo está sucediendo a demasiada velocidad (les recomiendo -si desean curarse- el libro La Era de la Velocidad de Vince Poscente), alterando las relaciones personales, comerciales y de costumbres; y está surgiendo un nuevo consumidor y usuario que, incluso, está provocando que importantes consultoras a nivel mundial estén dedicadas a estudiar la demografía y los nuevos roles sociales para llegar a comprender qué está ocurriendo. Y no es fácil saberlo del todo o en qué desembocarán tantos cambios; una situación que, de entrada, nos ha provocado una primera consecuencia: tener que aprender rápido (el mundo comercial, por ejemplo, ya no es tanto de los grandes, sino de los rápidos en actuar); y esta gran conexión de transformaciones no son solamente económicas, políticas, culturales o sociales; sino de modelos de relaciones y, por tanto, de empresas y servicios a los ciudadanos.

Llevo escribiendo desde que sé leer, y escribiendo a máquina desde que tenía unos 8 años. Cuando mi padre me quiso hacer un gran regalo durante la adolescencia, lo tuve claro, le pedí una máquina de escribir eléctrica (¡una Olympia!). Luego vino el ordenador, las impresoras... y hoy el Iphone y el Ipad como modelos de desarrollos tecnológicos de última generación relacionados con las comunicaciones. Y lo cierto es que, todos aquéllos que nos incorporamos al mundo laboral utilizando las viejas máquinas de escribir, hemos vivido un conjunto de cambios tecnológicos muy importantes y, en apenas, venticinco años. ¡25 años! Y como diría mi admirado González-Alorda, lo que no podemos obviar es que los cambios tecnológicos nunca vienen solos, detrás de estos cambios, hay transformaciones (sociales, políticas, económicas) y de usos y costumbres muy importantes.

Y en este nuevo entorno tan desquiciado por el dinamismo, la competitividad, una muy especial innovación tecnológica catalizada por internet, nos encontramos con importantes cambios demográficos, envejecimiento de la población, inmigración, etc., y además, una mayor cultura y exigencia como ciudadanos que proyectamos en una mayor demanda de calidad en los servicios que, como usuarios, recibimos ya sean del Estado o de la empresa privada. En los últimos 20 años, Comunidad Europea además, ha proyectado desde los países del Norte, ese proteccionismo absoluto por el consumidor que hoy disfrutamos y también demandamos... es decir, nuestros entornos profesionales se han convertido en un paisaje humano muy complejo e inestable y en él debemos saber cómo actuar.
¿Y cómo hacerlo? La respuesta es compleja y, sin tener todas las claves, considero que un concepto deberemos manejar decidamente: capacidad de adaptación. ¿Y qué objetivo perseguimos al referirnos a emocionalidad en este entorno tan dinámino? La supervivencia. Una empresa madura emocionalmente (sus empleados, su expectativas, sus valores...) podrá verse afectada por una gran crisis o por un cambio de modelo de negocio, pero sobrevivirá.

Si hubiera algún lector, mi agradecimiento por su tiempo.
VALE. David Cáceres

domingo, 24 de octubre de 2010

El ámbito profesional y su estado de ánimo (II)

Para la ponencia me había marcado un objetivo muy claro: mostrar con distintas reflexiones cómo cada uno de nosotros (con nuestro comportamiento) influimos en los demás compañeros con los que compartimos el día a día, y en consecuencia, en el colectivo del que somos parte; ya se trate de una organización con cientos de empleados, o el más minúsculo departamento de una pequeña empresa; ya sea de trabajadores con o sin contacto directo con el público. En suma, esa realidad por la que el espacio laboral es un sistema vivo capaz de influirnos individualmente tanto cómo nosotros a éste.

Hoy es muy popular el término Inteligencia Emocional, gracias entre otros, al gran Daniel Goleman, propulsor de la inscuestionable influencia de las emociones en el logro de los resultados profesionales. Las dificultades están siempre en el entorno laboral, pero si optamos por que nos influyan nos restarán, y si las acogemos como una oportunidad de aprendizaje quizá nos permitan vencerlas. Siendo la emocionalidad una de las claves para establecer en los equipos una forma de pensar, ser y actuar positivas capaz de lo mejor. Cualquier empresa tiene en la forma de reacción emocional ante cualquier acontecimiento o suma de acontecimientos (graves o superficiales) una manera de generar emociones de grupo, que bien gestionadas, resultan de gran ayuda. Cualquiera de nosotros (es absurdo negarlo) navega durante un año laboral por la vanidad, el rencor, o se siente injustamente tratado alguna vez, o reclama o practica el afecto hacia sus compañeros, o se deja dominar por la desilusión, o se deja llevar por el entusiasmo y disfruta de su labor. Son las emociones y todos los matices que tanto nos influyen a la hora de abordar nuestro día a día. Hace muchos años, en una de las reuniones ordinarias a las que éramos convocados en MAPFRE Asitencia a nivel nacional, ante del director comercial y el Consejero Delegado, propuse reservar como primer o último punto del orden del día, poder hablar sobre cómo nos sentíamos como equipo. Solo se hizo una vez, y creo que fue la reunión en la que más aprendimos todos de todos, y lo que resultó más clarificador, sobre la organización. Entonces comprendí que bastaría con que un equipo abordase cómo se siente cuatro veces al año para construir una emocionalidad adecuada. ¿Por qué no se hace? ¿Por qué ocultamos bajo una lista de obligaciones y deberes, el poder palpar qué se cuece entre las personas y sanar lo que sea necesario? ¿Por qué fracasan a veces los proyectos...? Siempre recordaré que decidí marcharme de MAPFRE, no porque no me entusiamara el trabajo, sino porque el estado emocional era irrespirable y nadie parecía estar interesado en hacer nada por remediarlo. Así era muy difícil.

Sin duda de las peores tragedias para cualquier colectivo humano en el ámbito profesional sea permanecer en el resentimiento y en la resignación (y en todo cuanto estos dos estados de ánimo nos limitan); dos emociones muy negativas que, a menudo, no son fruto de un día sino de una larga suma de pequeños acontecimientos y malas experiencias (asimiladas así individualmente) que las fuimos sufriendo hasta constituirse en todo un malestar capaz de lesionar al grupo. Cuando son la serenidad y la ambición, las emociones que deberíamos propulsar como objetivo número uno. Se trata, por tanto, de estar alerta ante el contagio positivo de las emociones a nuestros compañero casi como un instinto de protección personal ante el mal que nos puede hacer un ambiente inadecuado donde debemos permanecer tanta horas al cabo del día.

Cierto es, que nuestras posibilidades de cambiar la forma de pensar o actuar de un compañero determinado que lesiona (consciente o inconscientemente al grupo) son, a veces, muy limitadas; luego en estos caso nuestro deber será cambiar esos pensamientos colectivos de flotan en el ambiente (y que todos hemos alimentados a lo largo del tiempo); hablando de ello y proponiendo establecer otras pautas de pensamientos más positivas y satisfactorias. Se trata de ser concientes de lo mucho que podemos mejorar nuestro entorno emitiendo juicios colectivos que valoren lo conseguido, aunque sea poco debido a las circunstancias, especialmente cuando, como en circunstancia económicas como las actuales, las limitaciones y dificultades son muchas. La creatividad no surge de la nada ni se le espera cuando más se necesita, es también un estado de ánimo y una capacidad que todos llevamos y que, a menudo, se propulsa si el medio es el adecuado. No solo son personas creativas aquellas que escriben poemas, pintan paisajes, o se dedican a la decoración de interiores; según nos hacen creer erróneamente. Una persona creativa es también aquella que es capaz de mejorar el entorno en el que vive y convive. Y hacer más creativo nuestro ambiente profesional es tarea de todos y de las más edficantes que conozco.

Existen muchas recetas u orientaciones válidas para modelar la emocionalidad de un colectivo y favorecer emociones capaces de llevarnos en volandas porque somos algo más que vemos (según el verso de Miguel Hernández) y ayudarnos en la tarea de los logros profesionales. Durante la ponencia a los congresista hice referencia a la motivación que les había convocado en Torremolinos, para abordar, analizar y reflexionar problemas de sus actividades profesionales, animándoles a que aprovechasen la oportunidad también para construir esa emocionalidad adecuada aplicable desde el momento en que regresasen a sus oficinas. Cuando convives durante unos días con compañeros de oficio, compartes algo más de un café o unas sesiones de trabajo y ocio, compartes una emoción y una enforma de asumir el mismo trabajo, realizado por personas diferentes en institucines diferentes y en ciudades distantes. Y nuestra responsabilidad es ayduarnos para promover una adecuado estado de ánimo como colectivo que nos ayude.

Si hubiera algún lector, mi agradecimiento por su tiempo.
VALE. David Cáceres