Y ya fuera de Manhattan, los cánticos espirituales en Queens; las zapatillas colgadas en los cables
que cruzan las fachadas de las calles del Bronx donde crecen los héroes populares del enfrentamiento con un Sistema que bajo el paraguas de la libertad máxima ha ido forjando todo un conglomerado de normas y regulaciones sociales, políticas, morales…, que llegan asfixiar. Y en el barrio judío las esposas tan jóvenes cargadas de hijos pequeños, con sus pelucas y ese gesto hacia abajo que nos impide verle los ojos y preguntarles si son felices; y las gruesas gafas de los hombres por la obligación de leer y memorizar una doctrina. Y las casas de cine al otro lado del río, sin rejas y jardines cuidadosamente decorados, esas casas con sus paredes de cartón-piedra y sus ventanas de madera…; y el estadio de los Yanquis, y el barrio hindú, y Chinatown, y, el gran barrio latino y el milagro de nuestra lengua como una gran cúpula cubriendo todo el estado de Nueva York: millones de personas comunicándose en español con decenas de hablas y acentos, configurando ese gran milagro que es el español latinoamericano como fenómeno cultural y social, abierto a ser compañero y colaborador del individuo en su mundo cotidiano, sin más, e imparable; tan lejos de Castilla.
Y los musicales. Quienes saben de mi afición por los musicales (un centenar de LP´s, cientos de CD´s, decenas de DVD´s; libros, revistas, programas…) estar en Broadway me ha permitido verle la cara a sus luminosos, ver una función en el mítico Radio City y sus rockettes (una veintena de bailarinas ejercitando al unísono las más completas coreografías) y comprobar que las risas enlatadas de las series de televisión son una impostura creada por los teóricos del show-bussines.
En el país que inventó el Music Hall, la gente va a los teatros como quien va a los centros de reuniones (religiosos, sociales, deportivos), esto es, a ser también parte protagonista de algo propio; porque en los teatros de Broadway es tan protagonista lo que sucede en la escena como el público de la sala; quizá como una metáfora de lo que es Nueva York: estar sin ser visto; como yo había estado ya en esta isla, antes de esta vez. “Yo estaba en la terraza con la luna./ Enjambres de ventanas acribillaban un muslo de la noche./ En mis ojos bebían las dulces vacas de los cielos/ y en las brisas de largos remos / golpeaban los cimientos cristales del Broadway.” (2).
VALE. David Cáceres.
Notas:
1.-Muñoz Molina, Antonio. Ventanas de Manhattan, Seix Barral, Madrid, 2004.
2.-García Lorca, F. Poeta en Nueva York (1929-1930), Ediciones Cátedra, Madrid, 1992.
Viaje a Nueva York gentileza de VIVA TOURS y SeeUSAtours.
1.-Muñoz Molina, Antonio. Ventanas de Manhattan, Seix Barral, Madrid, 2004.
2.-García Lorca, F. Poeta en Nueva York (1929-1930), Ediciones Cátedra, Madrid, 1992.
Viaje a Nueva York gentileza de VIVA TOURS y SeeUSAtours.
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