El mundo está lleno de personas. Y tal vez por esta razón, siempre he considerado mi labor profesional, entre otros muchos aspectos, como una oportunidad de conocer –más allá del profesional, la persona con la que debo relacionarme y encontrar a ese otro que somos y que tantas veces permanece oculto tras el profesional, en un mundo que, sobre todo, está lleno de personas. Hace unos años, durante mis continuas charlas con el consultor Javier González Recuenco (coautor del libro Personalización. Más allá del CRM y el marketing relacional) le referí mi teoría sobre mi interés por conectar con los mandos medios y desarrollar mi tarea profesional desde este ángulo, como una forma de personalizar mi actividad empresarial. Seguro que funciona, me dijo, porque cuando estás al lado de la persona, el profesional va siempre a su lado; lo contrario resulta más laborioso. Y más aburrido, apostillé.
Reconozco que este procedimiento me ha regalado las mayores satisfacciones profesionales y ha sido un verdadero aliado cuando las circunstancias profesionales nos han llevado a la discrepancia o la defensa de intereses dispares. Cuando conoces a la persona, tu contrario no es solo un profesional, es alguien al que valoras por otros méritos.
Hace unos días me llamó Pablo Chertudi para despedirse. Viajaba en dirección a Murcia y la conexión con el manos-libres no era muy buena; la noticia tampoco. Te llamo para decirte personalmente que dejo la dirección comercial de Kuoni España; llevo algún tiempo pensándolo y voy a emprender una labor en el mundo del Coaching, el autodesarrollo y la formación, también quiero desarrollar viajes sobre la base de mis expediciones por Asia. A Pablo yo le llamaba, entre la admiración y la broma, como el hombre de las bicicletas. Durante años me había referido sus viajes en bicicleta por los más arriesgados caminos del mundo y sus expediciones a las más altas cumbres del globo. Sus contactos con otros pueblos y filosofías dispares a este Occidente lleno de tantas cosas inútiles, y en las que el esfuerzo personal parece que solo se midiera por los abalorios externos de la modernidad. Siempre bromeaba con Pablo sobre estos supuestos viajes que contaba y sobre los que nunca me mostraba una simple fotografía como prueba. La que publico me la envió hace unas semanas. Quien es capaz de tales hazañas está preparado para los proyectos profesionales más ambiciosos. Suerte, amigo.
Serrat y los demás. Hace muchos años, durante un FITUR, los compañeros de la Correduría TAEDS de Barcelona (Montse, Maite, Jordi) tuvieron la enorme generosidad que completar mi discografía de Joan Manuel con los vinilos que me faltaban de la primera época del gran catalán, muy difíciles de conseguir en Andalucía. Serrat y los demás. Las multinacionales y las personas: siempre le pido a Tere Rocabert (Jefa de Ventas de Europcar) que me relate su encuentro con Joan Manuel del año 73. Ella estaba por razones familiares en Guatemala en el hotel Basilea y mientras recorría con una amiga los pasillos del hotel descubrió en una habitación entreabierta a un joven que con su guitarra armonizaba canciones de Serrat y las tarareaba en la lengua de Espriu. Era el propio Joan Manuel que esos días actuaba en el país centroamericano. Se hicieron esta foto. Y aunque en tiempos diferentes, tanto Tere como yo habíamos descubierto al gran Catalán durante nuestra adolescencia y desde entonces es una referencia para ambos, cada uno con sus historias personales que sumar a sus canciones, y sin duda este espacio común ha sido tan útil como necesario para que al cabo de tantos años ambos reconozcamos que sin el cantautor no habríamos podido averiguar e intuir tanto el uno del otro en el mundo de los coches verdes y las agencias azules.
Ahora que manejo –gracias a las enseñanzas de Luis Huete–, las herramientas que permiten comprender las cuatro mentalidades que dominan en el mundo; sé de la importancia de “trabajar las diagonales” (como define Huete) y que la persona y el profesional sean complementarios tanto en la forma de ser como de actuar, casi como una religión basada en una inteligencia útil que surge de trabajar el día a día, con metas y proyectos, con el afán de comprender y descubrir al otro, en un mundo que, sobre todo, está lleno de personas.
Si hubiera algún lector, mi agradecimiento por su tiempo.
VALE. David Cáceres
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